Too Deep for Tears

Ese es el titulo de un libro que lei hace muchos años, tenía apenas 14 creo. El libro me gustó muchísimo y lo releí muchas veces, como suelo hacer cuando me gusta un libro. Para resumirlo de forma bien corta, la vida de un hombre del ejército inglés, y sus tres amores, una en cada país. Tiene hijas con cada una de ellas, y el libro relata la historia de estas tres muchachas, de sus madres, y de todo lo que implicó ser la hija de ese hombre. Para una de ellas cuestión de orgullo, para las otras dos no tanto. El título del libro es lo que me llama la atención ahora porque imagínense algo que sea tan pero tan profundo, que las lagrimas no lo puedan superar, demasiado profundo para lágrimas, pero creo que se traduciría mejor como Demasiado profundo para llorar.

Llorar, llorar puede significar tantas cosas. Lloramos de alegría, lloramos de pena, por solidaridad, lloramos de impotencia, de rabia, lloramos para llamar la atención. Y no se puede negar que después que lloramos, nos sentimos muchísimo mejor.

A mi no se me hace tan facil llorar. Pocas personas pueden decir que me han visto llorar. A veces me gustaría llorar mas, porque a veces es muy dificil guardar tantos sentimientos dentro de mi y no poderlos externar. Una de mis amigas llora casi a diario. O por lo menos tiene temporadas que lo hace. A ella no le gusta hacerlo y aunque no me gustaría estar llorando sin control delante del primero que se me cruce enfrente, a veces envidio su facilidad de llorar.

No se si mi imposibilidad de llorar es por temor a parecer debil frente a los demas. Puedo llorar en funerarias, sera porque ahi todo el mundo esta de una forma u otra con las barreras tumbadas. Ahi no me da pena llorar. De hecho, una vez le sugerí a mi amiga que cuando ella quisiera llorar sin temor a parecer tonta, se fuera para la Blandino y se sentara en una de las Capillas a llorar con los demas. No creo que a nadie le moleste ver a alguien llorando a su ser querido. Lo duro sera cuando comiencen la curiosidad de quien es esa, sentada en el último banco, que está llorando mas a Pedrito que su propia esposa. Ahí pudiera encontrarse con un serio problema, pero por lo demas pienso que es una excelente idea.

Estoy tan acostumbrada a contener mi llanto, que a veces hasta en la privacidad de mi habitación se me hace imposible dar rienda suelta a mis emociones. Solo en una epoca de mi vida he podido llorar libremente sin ser por una muerte. Y esa vez no era que quería llorar; era que no lo podía evitar. Salía de mi oficina, y todo el trayecto a mi casa lo hacía llorando. Imagino la curiosidad de los que me veían en los semafóros, pero esa vez ni me importaba. Lloraba por un amor (que mas podía ser) y puedo decir que es por el que mas he llorado, mas de lo que quizás él se merecía.

Hoy, con el día lluvioso, me gustaría dar una lloradita; por nada en particular, simplemente por el hecho de llorar.